Hay miradas que abarcan todo y miradas que se hacen desde los ojos cerrados. A veces mirar es difícil y ver es casi imposible. Vemos que en nuestra historia, en nuestro mundo hay traumas y males, no todo es maravilloso, el dolor en si mismo es un mal. La pregunta por el mal en el mundo no tiene una respuesta concreta, además, intentar contestarla es banalizar la pregunta. ¿Cómo encaja el mal en la Gran Historia? No tengo una respuesta certera. Es una historia pensada desde el principio, que sabe que acabará bien, pero que, por algún motivo, zigzaguea entre un charco de fango. Esta Gran Historia no es un cuento, ni siquiera un proyecto. Es una realidad que a veces, para intuir un buen final, parece que solo cabe imaginar una aparición mágica.
San Irineo habló de la recapitulación en la que Cristo "El nuevo Adán" reconduce al hombre hacia Dios y Dios, mediante él, ha restablecido su plan primogenio, original, de salvación para toda la humanidad. Para él esta recapitulación se da también a lo largo de nuestra historia, porque Cristo sigue presente en nuestros días como cabeza de la Iglesia por lo que la obra de salvación de Dios continúa aún hoy construyéndose.
Esta Visión es sorprendentemente llamativa. Es difícil explicar cada uno de nuestros dramas actuales y decir que en realidad se están recapitulando. Ha llovido mucho desde Irineo y la realidad no ha cambiado. Tenemos muchas novedades, más comodidades, más distracciones, más recursos... pero nos mantenemos en la misma realidad, la misma Gran Historia. Desconozco si la respuesta a los desastres y los males del mundo son comprensibles de alguna manera, pero hay algo de verdad en que si cerramos los ojos, si evitamos el dolor, sin querer ver lo que nos rodea, nos estamos encerrando en un mundo sin preguntas; un mundo sin respuestas.
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