lunes, 22 de febrero de 2016

4º. Lo sorprendente de lo conocido

Ayer  me ocurrió algo muy extraño. No sé explicarlo del todo. Creía que ya me había acostumbrado a la vida en el bosque, que entre tantos sonidos no podía descubrir nada nuevo. Todo lo que en su día me asustó o me tenía intrigado como el ulular de una lechuza o el movimiento de las hojas ahora son sonidos familiares, sonidos casi omitidos, ni me asustan ni me impresionan.

Ayer, no sé porqué, mientras comía, me dio por escuchar a un jilguero que cantaba desde alguna parte. Escuchándolo cambió todo lo que veía. Aquello que eran siluetas de árboles se volvieron hojas y ramas, la hojarasca del suelo dejó de ser un manto presente para ser un montón de pequeñas partes de una gran alfombra. No sé decirlo de otra manera, ayer descubrí que "veía". No hacía otra cosa que ver.

Lo escribo porque no quiero olvidarme nunca de esta sensación. Ayer descubrí que todo lo que me rodea, me rodea de manera completa. Me di cuenta de porqué un biólogo puede dedicar 8 años de su vida a estudiar la estructura de un ala de una abeja, o un pintor relajarse ante una montaña. Ayer aprendí a mirar de una manera especial. Podría decir que ayer contemplé una parte de lo que estaba viendo. Ojalá hoy pueda repetirlo.

Popotnik

No hay comentarios:

Publicar un comentario