La palabra precioso a simple vista no encaja en ningún sitio. No estamos acostumbrados a valorar algo sin compararlo con otra cosa. Esta palabra la hemos relegado a terminología general "materiales preciosos" y poco más, a veces se la dedicamos a algún paisaje, a una casa, a un cuadro...
Hay quien tilda de cursi a todo aquel que emplea palabras alagadoras, muchas veces acierta. Pero hay que considerar también que la cursilería desaparece cuando la dosis de realidad es adecuada. Cuando con la palabra empleada se está expresando aquello que la realidad merece o dice de sí misma.
Por esto decir aquí, "eres precioso" no es violentarte, ni es intimidarte. Es ser sincero, desde la honestidad. No eres precioso porque seas una gran persona o porque bajes la basura cada día o te acuerdes de tirar de la cadena. Lo que te hace precioso no es nada de eso. Tu precio no viene del compararte con otras personas. Eres precioso porque formas parte de tu propia historia y de La Gran Historia. Eres precioso porque todos tus agobios, sufrimientos, catástrofes, logros o anécdotas son las herramientas que pueden edificar la mejor de las historias, la vida. Esta no tiene porqué ser entusiasta o monótona. La Gran Historia me enseña esto, eres precioso porque eres Tú. Y solo seguirás el proyecto de la Gran Historia cuando entres en lo más profundo de ti, te olvides de quién quieres aparentar, y de verdad seas quien eres.