martes, 16 de octubre de 2018

El lugar de la Paz




Cuando era niño corría hacia el sofá perseguido por mi padre, cuando llegaba, de un salto me subía y gritaba la palabra ¡Salvo! hoy me pregunto, ¿A salvo de qué? salvado de no perder en ese juego, claro está.


Hoy las persecuciones son diferentes, los problemas a veces son maremotos y me veo rodeado de circunstancias que no está en mi mano ni en mi poder resolverlas, situaciones que me superan. Por esto mismo este último año he dedicado mucho tiempo a buscar ese sofá, ese salvo. Desde esta búsqueda he llegado a una pregunta clave ¿qué es tener Paz?

La respuesta es concreta, apisonadora. frases como "Descanse en Paz", o "Hacer las paces" cambian totalmente de sentido y es que Paz ha dejado de ser "no tener problemas" para ser "Armonía". Una armonía que viene de una presencia inimaginable, porque no cabe en ninguna imaginación, una presencia que solo es creíble porque lo más que se puede hacer frente a ella es creer. 

Cuando era niño, si me acompañaba una persona respetada y fuerte iba tranquilo, nadie me podía hacer nada, estaba protegido. Eso mismo he visto en mi reflexión de este año. ¿Quién sabiéndose protegido y acompañado por aquel que le ha creado, amado y salvado desde su Poder, Justicia y Amor plenos, puede perder su Paz? 

La única paz real es la de estar y saberse acompañado en las manos de Dios.