A toda historia le precede una hoja en blanco, el primer momento es siempre de incertidumbre, desconcierto, pregunta. Esto sucede en todas las historias inventadas que algún día se escribirán pero es que en la Gran Historia pasa algo parecido, antes de que se escriba ha pasado por otra historia muy concreta. Una historia íntima, personal. El protagonista principal de esta historia es siempre el mismo, pero esta historia pertenece a la humanidad.
Toda acción significativa que ha participado positivamente en la Gran Historia ha pasado por este desfiladero. Es más, ha hecho de esta semilla un gran roble. Hablo de la oración. Cualquiera puede preguntar ¿qué tiene que ver la oración con La Gran Historia? diría que es su camerino, su trastienda o los bastidores. Creo que es eso que permite que la Gran Historia deje de ser un concepto para que sea una vivencia. Desde la oración uno puede descubrirse a sí mismo sin apariencias y así vivir aquello para lo que vive. Sin resquebrajamientos interiores.
No nos engañemos, en la oración no se nos propone pequeñas misiones para completar. La manera de transformar la historia es más sutil. La Gran Historia se construye a base de protagonistas dispuestos a vivir su vida con sinceridad, que beben de la gran fuente y dejan traslucir su agua cristalina. Personas que han encontrado lo que nunca hubiesen podido buscar y que ahora, maravillados, no quieren abandonarlo.
La gran Historia es fruto de un gran diálogo entre cada uno de nosotros y Dios, un dialogo silencioso, contemplativo o reflexivo. Un diálogo sembrado en el silencio apacible. Es aquí donde la admiración se supera a sí misma y crece, donde lo translúcido se vuelve opaco y aún así deja pasar más la luz. ¿Cuantos diálogos así habrán habido a lo largo de los siglos? deben de ser infinitos y los seguirá habiendo porque "todo el que es de la verdad escucha mi voz".
Para llevar adelante la Gran Historia necesitamos de este diálogo personal, solo así nuestra vida será nítida, esclarecedora. De esta manera hablaremos aunque no tengamos voz y desde algo tan simple como la propia vida haremos historia.